Desde principios del XIX (1) encontramos numerosos ejemplos de
escritores que plasmaban sus experiencias (más o menos reales o
inventadas) en tierras lejanas (o tan cercanas y a la vez tan lejanas
como España). Así los lectores se hacían pintorescas ideas de cómo eran
aquellos países que todavía no podían visitar y se creaban estereotipos o
tópicos que todavía perduran (2) y a la vez se forjaba la figura
del "viajero romántico". Los franceses y los ingleses buscaban la
aventura en España en Italia, en Grecia... o en Oriente, siguiendo la
estela de Merimée, Gautier, Nerval, Chateaubriand o Lamartine.
Luego, con la "aventura" colonial, la exploración de territorios todavía
vírgenes, el desarrollo de los medios de transporte, y otras muchas
causas más, se fueron más lejos: Africa, Asia, América (sobre todo del
sur), Oceanía... Europa se quedaba pequeña.
La novela colonial (con escritores como Louis Bertrand, Jules Boissière, Pierre Loti, Victor Ségalen...)
que nos pinta escenarios lejanos y desconocidos, está en boga pero
también empezamos a encontrar a unos cuantos escritores, viajeros
empedernidos: Paul Morand, Joseph Kessel, Blaise Cendrars,
que nos transmiten, con otras implicaciones ideológicas, el vértigo y
la poesía del viaje, del cambio y a otros que aprovechan la ilusión de
la aventura como vehículo de otras preocupaciones más metafísicas (La vie Royale, de Malraux, o aunque posterior, la obra de Saint-Exupery).
El carácter exótico aventurero de las novelas de Istrati es algo que se
ha señalado a veces en sentido peyorativo, pero yo creo que es uno de
sus atractivos. Según Moura "l'ecriture exotique est l'art de montrer
des hommes et des paysages différents, tout en captant cette différence
pour en faire le principe d'une nouvelle esthétique" así que el escritor
tiene que transformar lo visible en legible. Y eso Istrati lo sabe
hacer muy bien: la inhóspita llanura del Baragan, los intrincados
canales del Danubio en el espesor selvático de las mlastine (3)
del delta, los caminos polvorientos, la soleada Alejandría, las
ciudades coloridas... se despliegan ante nuestros ojos como cuadros (o
como instantáneas fotográficas).
- geográfico:
con sus escenarios propios: el desierto, las regiones bárbaras (Africa,
Oceania), los países semiexóticos (Rusia, países bálticos...), y hasta
las regiones "salvajes" de países desarrollados.
- histórico:
según las épocas; prehistoria, edad media, antiguo régimen, principio
del s. XIX. La aventura se sitúa en el pasado porque el pasado se presta
al sueño: describe un mundo fantástico e imaginario que el lector no ha
conocido pero que es creíble, puesto que ese mundo ha existido.
- social:
que corresponde a los relatos de acción que se desarrollan en nuestra
sociedad, tales como novelas de aventuras sociales, novela policíaca, o
de misterios urbanos...
- fantástico: relatos de mundos perdidos, de máquinas extraordinarias, arcaica ciencia ficción...
Si pensamos en estas vertientes del "exotismo", las novelas de Istrati
nos dan ejemplos sobre todo de tres: la geográfica, la histórica y la
social
Lo exótico en el espacio es Rumanía, una Rumanía que, a
pesar de estar en Europa, en sus confines, resultaba tan desconocida o
más para un francés como la china. Las descripciones de Braila, la
ciudad natal de Istrati, nos pintan una ciudad viva, colorida, ruidosa,
con su mezcla de gentes de todas partes: griegos, turcos, rusos,
gitanos..., cada uno con su barrio, su lengua, sus comidas, su música...
con el puerto, el Danubio.
Desde la Europa Oriental Istrati se mueve hacia el este: Estambul, y va
dando la vuelta por el Mediterráneo: Grecia, Damasco, Egipto, El Líbano,
acercándose a occidente. Pero no encontramos aquí estampas para
turistas sino escenas en las que a pesar de la belleza el héroe no puede
evitar que le suenen las tripas o momentos de locura en los que las
últimas monedas se gastan en un narguilé para admirar el atardecer en El
Cairo.
Lo menos éxotico es cuando los dos jóvenes, Adrian y Mikhail buscan trabajo en Bucarest (en Bureau de placement),
o cuando descubren a Adrian de polizón en el barco que le llevaba a
Francia y le sueltan en Nápoles y tiene que sobrevivir de cualquier modo
porque no tiene dinero (En Diretissimo)... Pero entonces aparece lo exótico social: buscavidas, pillos, desempleados, anarquistas, al estilo del Gorky del Asile de nuit o de Orwell en Sin blanca en París y Londres.
Lo exótico en el tiempo lo encontramos sobre todo en les Récits,
son las historias de los "mayores", de los tíos, de la madre, de los
"antepasados". Si además tenemos en cuenta la situación "feudal" del
campesino rumano, la distancia temporal no es demasiada pero sí la
"histórica".
Lo que ocurre con Istrati es que sus relatos no nos describen un "allí"
visto por los ojos de uno "de aquí", no es un joven dandy acostumbrado a
pasear por los Campos Elíseos el que cuenta lo que ha visto y lo que ha
comido y bebido en sus viajes sino que es un vagabundo que habla de su
tierra y sus gentes y de la tierra y las gentes que encuentra en su
camino. Es lo que Jean Marc Moura (4) llama la escritura de l'autre par lui même (aunque él lo aplique a los escritores que surgen de las ex colonias). Según él, el trayecto exótico (pues todo relato exótico implica un trayecto) no es entre dos puntos geográficos sino entre dos valores opuestos,l'ici et le lointain.
Pero ¿y si este trayecto no se raliza? ¿Y si el exotismo no está en la
intención del lector sino en la mente del lector? Lo que a un lector
"occidental" podría parecerle curioso y pintoresco, a un lector rumano
le resulta común y ni repara en ello. Es este cambio de perspectiva (5)
lo que resulta curioso. No es la mirada de un extraño sino la mirada de
un "hijo".
Así que, leer a Istrati sólo en clave "exótica" es desvirtuarlo.
Notas:
(1) A pesar de que el gusto por lo exótico es cosa presente en la
literatura desde sus comienzos, vamos a tratar un poco del exotismo sólo
a partir del Romanticismo.
(2) El desarrollo de los medios de transporte (y no sólo eso) hará
después que hordas de turistas pululen en busca de sus impresiones
librescas y cinematográficas por Estambul, Marrakech o Camboya
(3) Marismas, zonas pantanosas.
(4) J. M. Moura. La litterature des lointains.
(5) Sin embargo es un cambio de perspectiva sólo en lo que respecta al escritor, no al lector.
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- Consideraciones sobre lo exótico.
Desde principios del XIX (1) encontramos numerosos ejemplos de escritores que plasmaban sus experiencias (más o menos reales o inventadas) en tierras lejanas (o tan cercanas y a la vez tan lejanas como España). Así los lectores se hacían pintorescas ideas de cómo eran aquellos países que todavía no podían visitar y se creaban estereotipos o tópicos que todavía perduran (2) y a la vez se forjaba la figura del "viajero romántico". Los franceses y los ingleses buscaban la aventura en España en Italia, en Grecia... o en Oriente, siguiendo la estela de Merimée, Gautier, Nerval, Chateaubriand o Lamartine.
Luego, con la "aventura" colonial, la exploración de territorios todavía vírgenes, el desarrollo de los medios de transporte, y otras muchas causas más, se fueron más lejos: Africa, Asia, América (sobre todo del sur), Oceanía... Europa se quedaba pequeña.
La novela colonial (con escritores como Louis Bertrand, Jules Boissière, Pierre Loti, Victor Ségalen...) que nos pinta escenarios lejanos y desconocidos, está en boga pero también empezamos a encontrar a unos cuantos escritores, viajeros empedernidos: Paul Morand, Joseph Kessel, Blaise Cendrars, que nos transmiten, con otras implicaciones ideológicas, el vértigo y la poesía del viaje, del cambio y a otros que aprovechan la ilusión de la aventura como vehículo de otras preocupaciones más metafísicas (La vie Royale, de Malraux, o aunque posterior, la obra de Saint-Exupery).
El carácter exótico aventurero de las novelas de Istrati es algo que se ha señalado a veces en sentido peyorativo, pero yo creo que es uno de sus atractivos. Según Moura "l'ecriture exotique est l'art de montrer des hommes et des paysages différents, tout en captant cette différence pour en faire le principe d'une nouvelle esthétique" así que el escritor tiene que transformar lo visible en legible. Y eso Istrati lo sabe hacer muy bien: la inhóspita llanura del Baragan, los intrincados canales del Danubio en el espesor selvático de las mlastine (3) del delta, los caminos polvorientos, la soleada Alejandría, las ciudades coloridas... se despliegan ante nuestros ojos como cuadros (o como instantáneas fotográficas).
Siguiendo una clasificación de la novela de aventuras exóticas podríamos distinguir los tipos de exotismo siguientes:
- geográfico: con sus escenarios propios: el desierto, las regiones bárbaras (Africa, Oceania), los países semiexóticos (Rusia, países bálticos...), y hasta las regiones "salvajes" de países desarrollados.
- histórico: según las épocas; prehistoria, edad media, antiguo régimen, principio del s. XIX. La aventura se sitúa en el pasado porque el pasado se presta al sueño: describe un mundo fantástico e imaginario que el lector no ha conocido pero que es creíble, puesto que ese mundo ha existido.
- social: que corresponde a los relatos de acción que se desarrollan en nuestra sociedad, tales como novelas de aventuras sociales, novela policíaca, o de misterios urbanos...
- fantástico: relatos de mundos perdidos, de máquinas extraordinarias, arcaica ciencia ficción...
Si pensamos en estas vertientes del "exotismo", las novelas de Istrati nos dan ejemplos sobre todo de tres: la geográfica, la histórica y la social
Lo exótico en el espacio es Rumanía, una Rumanía que, a pesar de estar en Europa, en sus confines, resultaba tan desconocida o más para un francés como la china. Las descripciones de Braila, la ciudad natal de Istrati, nos pintan una ciudad viva, colorida, ruidosa, con su mezcla de gentes de todas partes: griegos, turcos, rusos, gitanos..., cada uno con su barrio, su lengua, sus comidas, su música... con el puerto, el Danubio.
Desde la Europa Oriental Istrati se mueve hacia el este: Estambul, y va dando la vuelta por el Mediterráneo: Grecia, Damasco, Egipto, El Líbano, acercándose a occidente. Pero no encontramos aquí estampas para turistas sino escenas en las que a pesar de la belleza el héroe no puede evitar que le suenen las tripas o momentos de locura en los que las últimas monedas se gastan en un narguilé para admirar el atardecer en El Cairo.
Lo menos éxotico es cuando los dos jóvenes, Adrian y Mikhail buscan trabajo en Bucarest (en Bureau de placement), o cuando descubren a Adrian de polizón en el barco que le llevaba a Francia y le sueltan en Nápoles y tiene que sobrevivir de cualquier modo porque no tiene dinero (En Diretissimo)... Pero entonces aparece lo exótico social: buscavidas, pillos, desempleados, anarquistas, al estilo del Gorky del Asile de nuit o de Orwell en Sin blanca en París y Londres.
Lo exótico en el tiempo lo encontramos sobre todo en les Récits, son las historias de los "mayores", de los tíos, de la madre, de los "antepasados". Si además tenemos en cuenta la situación "feudal" del campesino rumano, la distancia temporal no es demasiada pero sí la "histórica".
Lo que ocurre con Istrati es que sus relatos no nos describen un "allí" visto por los ojos de uno "de aquí", no es un joven dandy acostumbrado a pasear por los Campos Elíseos el que cuenta lo que ha visto y lo que ha comido y bebido en sus viajes sino que es un vagabundo que habla de su tierra y sus gentes y de la tierra y las gentes que encuentra en su camino. Es lo que Jean Marc Moura (4) llama la escritura de l'autre par lui même (aunque él lo aplique a los escritores que surgen de las ex colonias). Según él, el trayecto exótico (pues todo relato exótico implica un trayecto) no es entre dos puntos geográficos sino entre dos valores opuestos, l'ici et le lointain. Pero ¿y si este trayecto no se raliza? ¿Y si el exotismo no está en la intención del lector sino en la mente del lector? Lo que a un lector "occidental" podría parecerle curioso y pintoresco, a un lector rumano le resulta común y ni repara en ello. Es este cambio de perspectiva (5) lo que resulta curioso. No es la mirada de un extraño sino la mirada de un "hijo".
Así que, leer a Istrati sólo en clave "exótica" es desvirtuarlo.
Notas:
(1) A pesar de que el gusto por lo exótico es cosa presente en la literatura desde sus comienzos, vamos a tratar un poco del exotismo sólo a partir del Romanticismo.
(2) El desarrollo de los medios de transporte (y no sólo eso) hará después que hordas de turistas pululen en busca de sus impresiones librescas y cinematográficas por Estambul, Marrakech o Camboya
(3) Marismas, zonas pantanosas.
(4) J. M. Moura. La litterature des lointains.
(5) Sin embargo es un cambio de perspectiva sólo en lo que respecta al escritor, no al lector.